POR CANDELA IBAÑEZ
Mañana, en nuestro país, los ciudadanos concurrimos a las urnas para renovar la mitad de las bancas de la Cámara de Diputados y un tercio de las correspondientes al Senado de la Nación, y nuevamente estamos ante la oportunidad de reafirmar la existencia de la democracia; considerando que su construcción, como así también su destrucción, dependen íntegramente del pueblo argentino.
De acuerdo al Artículo 37 de nuestra Constitución Nacional, el sufragio es universal, igual, secreto y obligatorio, lo que nos garantiza el pleno ejercicio de los derechos políticos, con arreglo al principio de la soberanía popular y de las leyes que se dicten en consecuencia.
Considerando lo antedicho, el voto es un factor imprescindible de los sistemas de gobierno democráticos. Muchos historiadores han hecho énfasis en que uno de los pilares de las sociedades democráticas del siglo XX, ha sido la amplificación de la cantidad de individuos en condiciones de votar, con la progresiva incorporación de sujetos de menor edad, mujeres y otros grupos tradicionalmente marginados en muchos de sus derechos cívicos.
Todos los ciudadanos argentinos debemos ser conscientes que votar a nuestros representantes, es el derecho que nos otorga la oportunidad de elevar nuestras voces. Por consiguiente, al ejercerlo nos estamos comprometiendo a lograr un debate equitativo de las leyes que se discutan en el Congreso.
Las ideologías de un pueblo, se ven reflejadas en las leyes que sanciona el Poder Legislativo, por lo tanto, votar es el instrumento que tenemos los ciudadanos para lograr construir una nación que refleje de la mejor manera nuestros ideales.
El voto, al igual que un grito, representa la voz genuina de la ciudadanía, vale aquí recordar una sabia frase del General José de San Martín: «Más ruido hacen diez hombres que gritan que cien mil que están callados».