El método de elección, consiste en que todos los interesados se inscriban en el Concejo Municipal (no hay exigentes requisitos para el cargo, más que un proyecto de gestión) hasta el 19 de marzo, luego se abre un periodo de impugnaciones y el 31 de este mismo mes, se realizará la audiencia pública.
Allí, cada persona que se haya anotado con la intención de pretender ser defensor del Pueblo, deberá exponer la propuesta que haya elaborado e informar cuál es su experiencia en las diferentes temáticas que abarca el puesto. Desde ya, cada expositor argumenta del modo que prefiera. Eso sí, tendrán cinco minutos para hacerlo.
A partir de allí, son los concejales (de turno), quienes tienen que comenzar a forjar un acuerdo, para decidir quién es la persona más capacitada para el cargo, más allá de preferencias personales. Y aquí es donde está el punto en cuestión.
La decisión es netamente política. Y en las tres oportunidades anteriores en que se eligió a un defensor, siempre hubo pactos e incluso, cargos menores en juego, que son parte de la mesa de negociación.
En esta oportunidad, es de imaginar que el consenso en la búsqueda de un nombre no será sencillo. ¿Por qué? Actualmente el Deliberante tiene cinco bloques: el de Juntos Somos Río Negro con cinco miembros, el del Frente de Todos con tres, y el PUL, POBAR y Bariloche por el Cambio, con una banca por cada partido.
La elección requiere por Carta Orgánica, que la persona elegida coseche 8 voluntades, por lo que de una manera u otra, deberá de haber un acuerdo entre varios partidos políticos, lo cual no parece una utopía, pero en principio, aparenta complicado.
Lo cierto es que si bien la convocatoria está abierta a la comunidad en general, cada bloque siempre tiene un “favorito”. Basta con recordar lo que sucedió hace cuatro años, cuando el nombre de la persona que estaba elegida de antemano para el puesto salió a la luz, lo cual generó que vuelen por el aire todos los planes iniciales y se desate un caos interno. Allí, primaron las negociaciones y hubo un acuerdo definitivo, aunque sobre la hora.
Ahora, con la convocatoria aún abierta y que cierra el próximo viernes, se volvieron a filtrar los supuestos “favoritos” que tiene cada bloque.
En los pasillos del Concejo, ya se habla de una investigadora del CONICET, una otrora dirigente vecinal del Este, una ex asesora de una antigua concejal, e incluso, no se descarta la continuidad de la actual defensora. De hecho, algunas personas de las que trascendieron sus nombres ni siquiera están inscriptas, por eso se resguarda la identidad de cada una de ellas.
Lo cierto es que por ahora son sólo rumores, pero los antecedentes marcan que es un comportamiento habitual de este proceso. De allí, es que surge la pregunta si este método de elección es el más adecuado.
Más aún, considerando que durante su mandato al frente de la Defensoría, Andrea Galaverna, impulsó sin éxito un proyecto de ordenanza para una elección semidirecta del defensor.
La idea era una elección voluntaria donde el pueblo votaría en urnas ubicadas en las juntas vecinales, y los candidatos tenían que visitar cada barrio haciendo conocer su propuesta. Una vez terminada la elección, de la terna más votada, los concejales debían seleccionar al nuevo defensor.
Galaverna explicó hace unos días en una entrevista a El Cordillerano, que pese a que mantuvo reuniones al respecto con diversas autoridades municipales, su idea no prosperó “porque los poderes siempre quieren tener a la Defensoría bajo su ala, ya que el defensor está legitimado para ir a la Justicia en nombre del pueblo para resguardar derechos colectivos”.
Más allá de ese proyecto, que no deja de ser sólo eso, tampoco han surgido otras propuestas para mejorar el mecanismo de selección del defensor, de modo que el proceso no conlleve vicios de la vieja política.
Sobre todo, cuando se trata de un organismo que defiende los derechos de la ciudadanía y que no es un espacio partidario. Hoy los concejales tienen la oportunidad de dar muestras de apertura, con criterios objetivos para la elección, priorizando las capacidades, aptitudes e idoneidades de las personas para el cargo, más allá de las conveniencias para el poder de turno.
FUENTE: EL CORDILLERANO
