Como resultado de las elecciones legislativas se ve, en algunos cuerpos, una mayor cantidad de partidos y consensos que deben construirse ley a ley.
Lo que parecía ser una elección más terminó dejando a la Argentina en una situación poco recordada. Por primera vez en el país vemos a dos frentes que representan a la mayor parte de los argentinos legislando con ese juego de la democracia que siempre nos quisieron vender como real pero nunca veíamos.
Ni con la mayoría automática (democrática, cabe aclarar) de CFK ni con los DNU de Macri tuvimos grandes debates. Salvo las excepciones validas como la ley de matrimonio igualitario u la interrupción voluntaria del embarazo, donde hubo una votación transversal, el disciplinamiento a los interbloques es general.
En el último mes asistimos a una visita guiada por la República. La no aprobación del presupuesto fue una demostración de que el oficialismo perdió poder en los partidos por fuera de la polarización. La Corte Suprema declarando la inconstitucionalidad de la ley del Consejo de la Magistratura dejó en claro que a pesar de no ser mediática ni democrática tiene un poder impensado. Finalmente, el tratamiento de la ley del impuesto a los bienes personales, más allá de los legisladores ausentes, también aporta el juego de negociación y como un bloque o dos pueden cambiar el resultado.
El punto cúlmine de todo esto, quizás, fue el debate para habilitar una nueva reelección a los intendentes de Provincia de Buenos Aires. No por el contenido de la ley, sino por como vimos que los grandes frentes tienen discusiones internas y pueden diferir como bloques dentro de los interbloques. Pequeñas partes de la sociedad encolumnadas en una gran masa que gobierna, defendiendo lo que llevó al poder a cada uno sin perder de vista que los objetivos son mayores.
Estamos entrando en una institucionalización de dos frentes que parece perdurarán años, pero la discusión en la legislatura bonaerense brinda un poco de esperanza de que la República no es solo una bandera de algunos extremistas sino un modelo por el cual vale la pena luchar.
Foto: Cadena 3
El autor tiene 22 años, es periodista y estudiante de comunicación social. Escribe en su propio medio elasesordemerlo.com. Para estar al tanto de sus opiniones seguilo en Twitter como @simongonzalegre.
